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El 1º de Mayo y como nos cuentan (y contamos) la historia.

 

Por Luis Ma. Alman Bornes *

Simon den Kramer, mártir anabautista, quemado en la hoguera en 1553 por negarse a arrodillar frente a las autoridades religiosas.

La historia, que casi siempre la escriben los que ganan, suelen escondernos una parte. Si arrancamos con nuestra historia, como anabautistas, en líneas generales poco se sabe y lo que se oficializa son los relatos «aguachentos» que describen a un movimiento de cristianos (y cristianas) que eran tan buenos, tan apegados a la biblia que provocó que gente mala los persiguiera. Jamás nos va a decir la historia oficial que esos anabautistas fueron considerados como uno de los primeros movimientos anarco-cristianos, que su rebeldía molestaba más por las implicancias políticas que por sus posiciones teológicas y que sus ideas, de libertad de conciencia y de reivindicación de los derechos de las minorías, son hoy de inspiración a muchos movimientos de derechos humanos.

Si hacemos un gran salto, vamos a la historia de Martín Luther King, ese pastor evangélico piadoso que lucho por la integración entre blancos y negros. Pero poco, o casi nada se sabe de su compromiso en contra de la Guerra de Vietnam o las denuncias que hacía sobre el capitalismo. Menos aún sobre su prédica a favor de la justa distribución de la riqueza. Todxs sabemos que lo mataron cuando se prestaba a participar en un acto, pero pocxs tienen presente que fue para apoyar a los trabajadores afro-estadounidenses de los sanitarios públicos que habían estado en huelga para lograr aumentar sus sueldos y condiciones dignas de trabajo. En pocas palabras, fue a bancar una huelga!!!

Pero vuelvo ahora un poquito más atrás, donde me lleva a la fecha que hoy estamos conmemorando, el Día de las y los Trabajadores. Brevemente diré que la fecha es para todxs lxs trabajadorxs una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas fueron ejecutados en Estados Unidos por participar en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket. Ahora bien, esta parte es más o menos conocida, lo que poco se sabe es que entre los activistas que participaron en esa revuelta estaba  Samuel «Sam» Fielden, pastor evangélico.

El 1° de mayo de 1886 miles de trabajadorxs se declararon en huelga. Durante los días siguientes se sucedieron episodios de protesta, represión y violencia. En una de esas ocasiones, un artefacto explosivo detonó entre los hombres de la policía matando a uno de ellos e hiriendo a otros. La policía abrió fuego sobre las y los obreros, dejando un número, aún indeterminado de muertes. Se declaró el estado de sitio y se produjeron decenas de arrestos y posteriores denuncias de tortura. Ocho de ellos fueron sometidos a un juicio que la historia rápidamente calificó como una farsa.

Durante el falso juicio, el pastor Fielden se defendió con un extenso discurso, comparto la parte final del mismo:

“Yo amo a mis hermanos los trabajadores como a mi mismo. Yo odio la tiranía, la maldad y la injusticia. El siglo XIX comete el crimen de ahorcar a sus mejores amigos. Hoy el sol brilla para la humanidad; pero, puesto que para nosotros no puede iluminar más dichosos días, me considero feliz al morir, sobre todo si mi muerte puede adelantar un solo minuto la llegada del venturoso día en que aquel alumbre mejor para los trabajadores. Yo creo en que llegará un tiempo en que, sobre las ruinas de la corrupción, se levantará la venturosa mañana del mundo emancipado libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones…”.

José Martí, el poeta, periodista y político cubano, en ese tiempo era corresponsal en Chicago del periódico La Nación (Argentina), aquí un párrafo sobre el momento de la ejecución:

…salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro… Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable…

Samuel no fue ejecutado, su condena a la horca fue conmutada a prisión perpetua ante un pedido de clemencia.

Mis hermanxs, que este Día de las y los Trabajadores lo recordemos como un día de lucha que nos de ánimo y fortaleza para ser coherentes y asumir un compromiso solidario con las luchas de nuestro pueblo, tal como le decía Menno Simons a sus hermanos y hermanas allá lejos y hace tiempo…”la verdadera fe evangélica… no puede permanecer dormida; sino que se manifiesta en toda justicia y obras de amor;  viste al desnudo; alimenta al hambriento; consuela a los afligidos; refugia a los excluidos; ayuda y consuela a todos los oprimidos”

 

*Luis Ma. Alman Bornes. Miembro de la Iglesia Anabautista Menonita de Buenos Aires (IAMBA), trabaja en la Subsecretaria de Salud Mental y Consumos Problemáticos y Violencias en el ámbito de la Salud Pública. Es miembro del Directorio de la YMCA e integra la Junta Pastoral del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH).  Junto con hermanxs de diferentes tradiciones evangélicas es parte de la construcción de la Pastoral Social Evangélica. Desde el 2019 integra el Equipo de Formación Nacional de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

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