Declaración de la IAMBA por la situación en Colombia

Buenos Aires, Argentina, 06 de mayo de 2021

Nuestra comunidad, Iglesia Anabautista Menonita de Buenos Aires (IAMBA), en años recientes fue bendecida con la presencia de hermanas y hermanos llegados desde Colombia, quienes – ya sea de paso por Argentina o bien con la intención de establecerse por un determinado período de tiempo – nos han enriquecido con su presencia y sus dones. Hay quienes forman parte activa de nuestra vida comunitaria, mientras que aquellas y aquellos que volvieron a su país siguen presentes en nuestras mentes y corazones conformando lo que llamamos “la comunidad extendida”. Estas relaciones generaron entre los y las integrantes de nuestra iglesia un cariño muy especial por Colombia y su gente. Es por eso que miramos con suma preocupación las noticias de violencia institucional que llegan desde aquel país.

En realidad, no son solo nuestros hermanos y nuestras hermanas y sus familias nuestro principal motivo de preocupación e indignación, sino el trato en general que se le está dando a todo el pueblo. Las denuncias de abuso policial, la violenta represión contra las y los manifestantes desarmados, los homicidios cometidos por las fuerzas de seguridad, las detenciones arbitrarias, y demás violaciones a los Derechos Humanos que se vienen desarrollando en los últimos días. Oramos por todo el hermano pueblo colombiano, tan tristemente experimentado en la violencia, pero siempre con una actitud de solidaridad y resistencia. Violencia no solo por la histórica lucha entre los movimientos guerrilleros, los paramilitares y las fuerzas oficiales, en donde las principales víctimas siempre estuvieron en la comunidad civil, sino también por el recrudecimiento en los últimos años de los asesinatos sistemáticos de líderes y lideresas sociales fuertemente involucrados en los reclamos populares. Y como iglesia cristiana de tradición anabautista menonita, nuestra oración es un anhelo de Paz. Pero no una paz cualquiera, como una frágil tregua humana, sino verdadera Paz, el Shalom del que habla la Biblia Hebrea, nuestro primer Testamento. La Paz que procede de Dios, esto es, Paz como fruto de la Justicia (Santiago 3:18)

Porque consideramos que los hechos recientes en Colombia son el fruto de políticas económicas y sociales injustas, que perjudican a los y las más humildes, y donde solo se benefician los poderosos. Esas políticas se imponen mediante la fuerza. Esta situación no es exclusiva de Colombia, se replica en varios países de nuestra Latinoamérica. Y es por eso que, también como Iglesia, levantamos nuestra voz profética implorando y exigiendo que cese la represión. Los gobiernos, electos por el voto popular, deben trabajar realmente por resolver los problemas de sus pueblos, no por profundizarlos. Ya el movimiento radical de la Reforma Protestante del Siglo XVI (de la cual nos consideramos con humildad herederos y herederas), se hace especial hincapié que es tarea de “magistrados, príncipes, funcionarios, jueces, alcaldes (es decir, los y las gobernantes) mostrarse diligentes en prestar ayuda” a las personas más pobres de su pueblo y velar por quienes menos tienen.

Colombia ha sido puesto en nuestros países como modelo de nación a seguir por ciertas corrientes políticas donde lo prioritario es el apoyo a las corporaciones y al gran capital especulativo. Pero la verdad es que esa fiesta que disfrutan pocos y pocas suelen pagarlas millones de personas que viven incluso por debajo de la línea de la pobreza. Hoy nos sorprende y preocupa la poca difusión desde las grandes cadenas informativas de Argentina se hace de los aberrantes crímenes que se están cometiendo contra la población en ese país. Nos preocupa el silencio – salvo honrosas excepciones, claro – de las iglesias del continente y el mundo ante las imágenes que llegan tomadas por aficionados y aficionadas y distribuidas por las redes sociales del ataque despiadado a las y los manifestantes, en especial jóvenes, por las fuerzas de seguridad. Los organismos internacionales deben intervenir de inmediato para detener estos atropellos sobre personas que solo pretenden manifestarse contra políticas que perjudican sus vidas y les cercenan su derecho a una vida mejor para sí y para sus familias.

Con profundo dolor, pero también con confianza en el Dios que escuchó y escucha siempre “la sangre derramada del hermano y de la hermana que reclama justicia” (Gen. 4:10).

Iglesia Anabautista Menonita de Buenos Aires, Argentina

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